Debt account aversion: La aversión a tener deudas

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Pese a que no es mi campo natural el de las decisiones financieras, cada vez me encuentro más interesado por ellas. Especialmente, desde el punto de vista de la economía del comportamiento. Quizá porque es un sector en el que se es especialmente optimista sobre la capacidad que tienen las personas de entender las decisiones y tomar las mejores, o quizá porque tiene un impacto muy poderoso sobre el bienestar de las personas.

Probablemente todos los que estamos en la comunidad, tanto autores como lectores, del Instituto Mexicano de Economía del Comportamiento, conocemos el trabajo que se ha realizado en el tema de pensiones. Algo que básicamente lanzaron Thaler y Benartzi y que buscaba mejorar el ahorro a largo plazo de las personas. En este sentido, sesgos como el sesgo de presente o el de status quo jugaban un papel importante tanto por tener un descuento muy fuerte entre hoy y el futuro y porque al ser una decisión compleja que generaba sobrecarga cognitiva llevaba a la inacción por defecto. Si no lo habéis leído os recomiendo que lo hagáis (http://faculty.chicagobooth.edu/richard.thaler/research/pdf/smartjpe.pdf )

Pero realmente en lo que me gustaría ahondar, o compartir, es un paper que he leído recientemente. Aunque no es nuevo, es de 2011, me da la sensación de que se conoce poco para lo importante – según mi opinión que es su contenido. Es un paper escrito por el celebérrimo Dan Ariely junto a Amal, Ayal, Cryder y Rick titulado “Winning the Battle but Losing the War: The Psychology of Debt Management”. En él hablan de lo que denominan la “debt account aversion”.

Esta idea que contrastan experimentalmente viene a decir que la tendencia que tenemos a la completitud puede jugarnos malas pasadas cuando estamos pagando nuestras deudas pendientes. Básicamente Ariely y sus colegas ven cómo de forma sistemática las personas tendemos a pagar las deudas pequeñas antes que las grandes ya que nos da cierta satisfacción quitarnos de encima una de las deudas. Sin embargo la decisión financieramente óptima no es pagar antes las deudas más pequeñas sino aquellas que tienen un mayor tipo de interés – el tipo de interés es el precio del dinero en términos de tiempo, así que un mayor tipo de interés supone pagar más por cada peso prestado. En los diferentes experimentos ven cómo las deudas pequeñas que les proponen, que tienen un tipo de interés menor, se pagan antes que las más grandes que tienen un tipo de interés menor.

Imagínate que al final del año tienes 2.000€ extra que quieres destinar a pagar las deudas pendientes, ¿qué harías? ¿Pagar dos deudas pequeñas de 1.000€ con un tipo de interés del 2% o reducir una deuda de 27.000€ al 2.5%? Es tentador quitarse de encima las deudas pequeñas. Es más cuando a la gente se le daba la posibilidad de utilizar ese dinero para pagar las deudas o reservar una parte como ahorro – a un tipo de interés menor que el de las deudas – la gente guardaba una parte para el ahorro. Un matiz de contabilidad mental que jugaba malas pasadas a los decisores, ya que es algo a todas luces – financieras  - poco inteligente.

En el artículo también da unas líneas que, a través de los experimentos realizados, pueden ayudar a corregir este problema y, así, evitar que la gente que esté endeudada no empeore su situación innecesariamente. Lo primero, aunque poco factible, es hacer que los objetivos más pequeños no sean “completables”. Es decir, si en lugar de tener 2.000€ extra, tengo solo 500€ no es tan atractivo ponerlos en la deuda de 1.000€ ya que no estoy cerrándola. Como ellos mismos dicen, es poco práctico ya que no puedes hacer nada sobre ello.

La segunda forma es la de consolidación de la deuda. En vez de tener diferentes prestamos, unificarlos y pagarlo como uno, de forma en la que no tengamos que decidir y se haga de forma automática y eficiente. Algo que, en los casos que no se pueda consolidar,  se podría articular a través de una cuenta de pago de deuda que asigne de forma eficiente el dinero.

Finalmente también muestran cómo el hablar de dinero, en lugar de porcentajes, que han tenido que pagar por cada deuda en el pasado llevaba a las personas a tomar mejores decisiones. Si veo que el préstamo A me cuesta mensualmente más que el B, preferiré reducir el A. En este sentido lo que yo no acabo de ver es cuando los préstamos más grandes no son los más caros – normalmente las hipotecas tienen tipos de interés menores que los préstamos personales – sí lo pueden parecer por tener un capital inicial más grande.

Personalmente, me parece un tema muy interesante y yo me quedo con la solución de la consolidación de la deuda. Pero supongo que hay debate, ¿vosotros qué pensáis?

Podéis encontrar el artículo aquí: http://webuser.bus.umich.edu/srick/Winning%20the%20Battle.pdf

 

 

 

Quique BelenguerComentario